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BARACOA, UNA VILLA HISTÓRICA DE DULCES TRADICIONES

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Yamile Luguera

Yamile Luguera

Especialista del Centro de Investigaciones Marinas (CIM) | Miembro Ordinario de la Sociedad Espeleológica de Cuba

La primera villa fundada en Cuba conserva su nombre aborigen, multitud de tradiciones, un entorno natural único, el río más caudaloso de Cuba y una de las maravillas de la arquitectura cubana, y otras muchas sorpresas.

A 992 kilómetros de La Habana, en la provincia oriental de Guantánamo, Baracoa regala a sus visitantes una historia muy antigua, pues fue la primera villa fundada en Cuba por los españoles, provenientes por mar desde la isla La Española, pues no tenía acceso por tierra.

Hoy, gracias a la magia de la industria moderna, cuenta con la carretera o viaducto La Farola, una de las siete maravillas de la ingeniería moderna cubana, lo que permite el acceso por tierra; y cuenta también con un pequeño aeropuerto.

Nos levantamos a las 8:00 a.m. Baño y desayuno. José Armando conecta su cámara al televisor y vemos todas las fotos y el video de la cima que resultó muy bueno. Dentro de unos minutos almorzaremos y partiremos después en la guagua del campismo rumbo a Bayamo para enfrentarnos a la proeza del viaje de regreso. A las 2:15 p.m. daremos el adiós a la base y nos despedirán formalmente con amables palabras junto al grupo de religiosos.

Villa de la Asunción de Baracoa fue su primer nombre, desde su fundación en 1511 por el Adelantado Diego Velázquez. Por esto es la Ciudad Primada de Cuba y atracciones como arquitectura, historia, naturaleza exuberante, tradiciones, descendientes de los primeros pobladores, especies endémicas entre otras la convierten en  un sitio muy especial.

Su elevación más notable, conocida por su forma, como El Yunque de Baracoa, se observa desde varios puntos de la ciudad; y visitarlo es una verdadera aventura.

Desde la loma de La Marina, en la ciudad, los coches tirados por caballos conducen hasta Turey, y de ahí, algún transporte acerca al visitante hasta el campismo El Yunque, rodeado por plantaciones de cacao, el fruto es la materia prima del chocolate, a partir de un sencillo proceso.

Por una de las márgenes del río Duaba, en el justo lugar donde comienza el sendero hacia la cumbre del Yunque, se encuentran familias que ofertan chocolate preparado artesanalmente, aceites y cucuruchos de coco mezclado con frutas, manteca y semillas de cacao tostado, todas, recetas tradicionales.

En su base existen grandes sembrados de cacao. Pero, ascendiendo por el bien marcado sendero, sorprenden los prehistóricos helechos arborescentes, gigantescos cocoteros, plátanos, yagrumas, palmeras de diferentes especies y jagüeyes de enredadas y caprichosas raíces.

A medida que se avanza en la subida, el clima se hace más fresco, al camino lo atraviesan manantiales de agua fría y las vistas se vuelven más atractivas. Casitas construidas con guano de palmeras, en medio del zigzagueante camino, invitan a tomar un descanso.

Desde la cima, se avista toda Baracoa, es impresionante: la bahía, la desembocadura de los diferentes ríos que la atraviesan, y las lomas que quedan más bajas.

También un busto de Antonio Maceo, el Titán de Bronce; una tarja colocada el 2 de enero de 1996 por el aniversario 485 de la ciudad, el mástil de una bandera y gran variedad de  coloridas orquídeas.  
El Parque Nacional Alejandro de Humboldt (insertado en la Reserva de la Biosfera de Cuchillas del Toa) conserva especies valiosas como el almiquí, que solo habita en esta zona, además de otras de la flora y la fauna endémicas.

Las polimitas, precioso molusco terrestre, que exhibe bellos colores rojos, amarillos, verdes y azules, combinados entre sí, son parte del encanto del paisaje natural de esta villa.

Además del río Duaba, en Baracoa desembocan el Yumurí, el Miel y el Toa,  este último, el más caudaloso de Cuba con cascadas de más de 10 metros de altura, una de ellas conocida como Salto del Toa; luego su unión con el Jaguaní, que viene desde Holguín se hace más caudaloso, para luego desembocar juntos.

Las cayucas (embarcaciones típicas de esta área) y sus cayuqueros transportan a las personas y lo adornan hasta el Tibaracón (desembocadura).

Un poco más alejado de la ciudad se encuentra el Yumurí, en una zona de altas rocas, cercana al Paso de los Alemanes, con un abra impresionante y una historia de cultivo de plátanos para comercializar en una vasta área de sus márgenes.

Aún se conservan partes y gruesos cables de acero, enrollados, que sostenían un teleférico para transportar la fruta directamente hasta los barcos atracados en la desembocadura, lo que facilitaba su distribución dentro y fuera del país antes de 1959.

El río Miel, con su dulce nombre y sus tranquilas aguas, conserva la leyenda de que todo en el que se baña en su desembocadura o bebe de sus aguas regresa siempre a Baracoa.

Enclavada en el centro histórico y declarada Monumento de la Humanidad, se encuentra la antigua iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, que atesora la Cruz de Parra, plantada allí por el almirante Cristóbal Colón en 1492, una de las 29 dejadas por el navegante genovés en toda la América hispana.

Entre las playas de obligada visita están Maguana, Saratoga o Duaba, Playa Blanca y Miel, además de la cueva del Agua, con un agradable lago de agua fría.

Baracoa, la villa del coco, el cacao y el bacán (alimento similar al tamal de maíz, pero de plátano verde envuelto en hojas del mismo fruto) es un regalo para cualquier visitante, que necesita más de 15 días para conocer sus espacios mágicos y los encantadores tesoros dentro y fuera de la ciudad.

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