
BELLAMAR: LA GRAN PALEOCAVERNA DE CUBA
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Wilfredo Alayón

Matanzas, Cuba (PL) Ningún accidente natural de la occidental provincia cubana de Matanzas gana a la Cueva de Bellamar, paleocaverna de singular belleza cuyos valores espeleológicos la convierten en sitio de reconocimiento internacional.
Situada en una de las suaves colinas que bordean la majestuosa bahía de esta ciudad cabecera territorial, a 100 kilómetros al este de La Habana, otro de sus principales atributos es ser el centro turístico más antiguo de Cuba.
La apertura al público con fines comerciales data de 152 años atrás, cuando el avispado minero español Manuel Santos Parga abrió la espelunca a los ávidos ojos de los habitantes de la ciudad el 22 de noviembre de 1862.
Los matanceros hablan orgullosos de ella y la consideran una verdadera maravilla, ya que el descubrimiento casual en áreas de la antigua finca La Alcancía, propiedad de Santos Parga, estuvo rodeado de misterios que invocan incluso al propio infierno.
Un asiático en apuros
Transcurría febrero de 1861 y la citada hacienda era un hervidero de trabajadores.
El motivo, la extracción de piedras para la construcción de un teatro en Matanzas, que con los años se convertiría en una de las salas más emblemáticas de la isla: el Sauto.

Justo Wong, un empleado de origen asiático, cavaba con su barreta el duro suelo cuando de pronto la herramienta se perdió por un hueco abierto de improviso.
La oquedad llamó la atención de todos porque, según narraciones de la época, de él emanaban humo y malos olores.
La leyenda de que el asustado Wong había tocado la propia puerta del infierno se regó entre los supersticiosos operarios, quienes rehusaron acercarse por la zona de marras.
Santos Parga (1815-1884), por su lado, maldecía la inoportuna coincidencia, ya que la demora en la extracción conspiraba, sobre todo, contra su bolsillo, al retrasarse la entrega del material para la obra.
A propósito de este personaje, se conoce que emigró a la mayor de las Antillas desde su natal Vivero, en la región gallega de La Coruña.
Estuvo empleado como práctico de minas en las cercanías de la municipalidad yumurina, como también es conocida la zona, antes de adquirir la propiedad de La Alcancía.
Como era un hombre de armas tomar, decidió cortar con los comentarios acerca del hallazgo, y fue el primero en penetrar en el interior del reciente descubrimiento.
El recorrido por el subterráneo impresionó y entusiasmó al emprendedor gallego, quien acondicionó el lugar y lo abrió al público un año después, por supuesto, con el correspondiente pago de la entrada.
Las visitas ininterrumpidamente permanecieron hasta 1939 cuando fue cerrada por espacio de ocho años, y reabierta en 1947 hasta la actualidad.
Bellezas, espeleología y una vedette
La gran paleocaverna Bellamar tiene una extensión estudiada de más de 20 kilómetros, aunque su ruta tradicional para los visitantes es de kilómetro y medio con una duración de unos 45 minutos.

Espeleólogos ubican su antigüedad en 300 mil años y durante recorridos de estudio han hecho importantes hallazgos paleontológicos, entre ellos una amplia gama de procesos cristalinos en las paredes.
Una escalera con más de centenar y medio de peldaños introduce al visitante, que es recibido por la vedette de la cueva, una estalactita denominada el Manto de Colón, con 32 siglos de existencia, acorde con expertos.
Esta es la formación más grande y a la vez la más antigua del afamado sitio, que se presenta en forma de cascada con una altura de 12 metros.
Divida en cuatro sectores, las galerías y salones de la Cueva de Bellamar están tapizados de estalactitas, estalagmitas y helictitas, estas últimas de caprichosas formas horizontales.
Diseñados por la naturaleza y bautizados por el hombre se hallan el túnel del amor, la capilla de los 12 apóstoles, la garganta del diablo, el paso de la lluvia, el salón de las nieves y los templos a San Pedro y Gótico.

La piedra Si me tocas no me olvidas, las salas del coco rallado y de la bendición, las fuentes del matrimonio, el divorcio y la juventud, así como el baño de la americana están incluidas dentro de las propuestas a los curiosos.
Sobre esta última existe la leyenda de que una veraneante estadounidense, muchos años atrás, se perdió en ese sitio cuando decidió refrescar su cuerpo en las cristalinas y frías aguas.
Sin embargo, los guías reconocen que mujeres de más de una veintena de nacionalidades han hecho caso omiso a esta fábula, y se han bañado en el tranquilo manantial.
Proyecto comunitario preserva el entorno
Un proyecto comunitario constituye en la actualidad importante protección de parte del área superficial de Bellamar, declarada en 1976 Monumento Nacional (MN).

El terreno está constituido por carso, rocas sedimentarias y solubles, que integran el 65 por ciento de la tierra en Cuba, mientras el 80 por ciento del agua subterránea de esta nación caribeña se encuentra en esos suelos.
El espeleólogo Esteban Grau dijo a Prensa Latina que las áreas cársicas sustentan “la mayoría de nuestros ecosistemas, especies y poblaciones”.
“Son muy vulnerables y su afectación puede generar daños irreversibles al entorno, la economía y la vida humana”.
Trabajamos esencialmente –subrayó– en el estudio, protección, manejo y divulgación de los valores de áreas naturales, en especial del patrimonio cársico, y su vinculación con el hombre.
Grau, responsable en Matanzas de la Fundación de la Naturaleza y el Hombre Antonio Núñez Jiménez, explicó que esa entidad es garante de la citada iniciativa comunal que agrupa 46 familias y 150 personas.

“La labor por sistematizar la divulgación y protección del carso ha permitido en tres años, entre otros resultados, sembrar 11 hectáreas de árboles, el 60 por ciento maderables y el resto frutales”, destacó.
Durante el bienio 1989-1991 se descubrieron en Bellamar nuevos sectores y un quinquenio después se extendió la condición de MN a esas parcelas, precisamente donde en una sección de su espacio terrestre funciona el citado proyecto comunitario.
“Este Programa de Desarrollo Local Sustentable, para la zona de la Meseta Cársica por medio de la Permacultura, cuenta con el apoyo de la Asociación Francia-América Latina, de Burdeos”, precisó Grau.
Como parte de la Protección y Manejo del Carso en Bellamar, abundó– se ejecutan proyectos paralelos mediante alianzas institucionales.
“La permacultura permite crear un sistema productivo que produzca un mínimo de desechos, consumo mínimo de energía, sea respetuoso de la diversidad y ciclos naturales, y mejore la calidad de vida de las pequeñas comunidades colindantes”, explicó.
- Wilfredo Alayón
- October 30, 2020
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