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CABO CORRIENTES ENTRE HISTORIAS Y SECRETOS

Pedro Luis Hernández Pérez

Pedro Luis Hernández Pérez

Miembro Ordinario de la Sociedad Espeleológica de Cuba

Amanece en Cabo Corrientes

Amaneció el cielo con nubes cirros. En la medida que subía el sol y calentaba el astro Rey, el azul se mezclaba en el horizonte, donde se besan el mar y el cielo. La arena húmeda aun del rocío invitaba a caminar descalzo. Las aguas cálidas convidaban al baño.

Cabo Corrientes se ubica a los 21° 45′ 14” latitud N y los 84° 30′ 46” longitud W. Es el extremo sur oriental de la Península y a su vez, la porción más meridional de Vueltabajo.

Es el extremo oeste de la bahía de Corrientes. Posee costa rocosa, baja y escarpada, desprovista de vegetación. En sectores, el escarpe se interna dejando una estrecha franja de playa. El faro tiene 13 m de altura.

La bahía de Corrientes por su parte se ubica en los 21° 51′ 15” latitud norte y los 84° 34′ 48” longitud oeste. Posee una longitud de 10 km., y un ancho máximo de 21 km. Logra alcanzar los 1000 m de profundidad.

Es una bahía abierta y grande. Su costa está protegida por una cadena de farallones y balcones cársicos que llegan a sobrepasar los 15 m de altura.

En las aguas de la bahía de Corrientes y en su propia Península, se han desarrollado múltiples acontecimientos históricos. A principios de 1591 se organizó una armada inglesa para incursionar en las aguas de las Antillas españolas.

El objetivo era el control del Mar Caribe, por donde se movían las riquezas de América rumbo a España. Los ingleses se ubicaron cerca de Cabo Corrientes, a mediados de junio de 1591. El 23 de ese mes los navíos Burr, Hopewell, Swallow y Content avistaron los barcos españoles pensando que eran comerciales.

Los ingleses se lanzaron a su abordaje, cuando se dieron cuenta de su error. Encontraron una armada naval española. Tres horas de combate los ingleses fueron vencidos y se alejaron del escenario de los acontecimientos. No satisfechos, el 29 retornaron los barcos Hopewell y Swallow, sin encontrar ningún barco hispano,

El 3 de julio los barcos Pegasus y Centauro divisaron varios barcos españoles. Y avisaron al resto de la flota inglesa. Atacaron los buques comerciales, bajo el capitán Martín Francisco de Armendáriz.

Los ingleses sacaron de servicio la fragata de 100 tn, Regalo de Dios. Los barcos Lion y Swallow capturan otra fragata escolta. Los barcos españoles habían sido enviados desde Santo Domingo a La Habana con piedras preciosas y pieles.

Otra expedición atracó en Cabo Corrientes el 22 de julio de 1595 organizada por el buque Preston Somers, para luego dirigirse a La Habana en son de guerra.

Reserva de Cabo Corrientes

 La Reserva Natural de Cabo Corrientes tiene una extensión de 1 578 hectáreas, situada en la península del mismo nombre, declarada desde el 10 de Julio de 1963 por la resolución 412.

En ella se desarrollan múltiples investigaciones científicas, que han permitido un conocimiento profundo de esta región y su recuperación. En 1959 la Revolución heredó un calvario de montes desforestados. Se dejó que el bosque creciera de forma natural aquí y en la Reserva El Veral, hasta la belleza que son hoy.

Por la costa oeste se desarrolla un conjunto de farallones costeros de hasta 15 metros de alturas. Alternan con la formación de playas coralinas, con bancos de arena consolidadas y en proceso de formación.

Playa Las Canas, posee 955 m de largo y un ancho de 20 m. Es arenosa color crema claro, de origen conchífera-coralina, con afloramientos de roca de la formación Jaimanita. Posee el mayor y mejor conservado bosque de palma cana (Sabal florida Becc.) de toda la Reserva.

Está playa está formada en el borde de la llanura litoral, aterrazada, al pie entre el primer farallón y el segundo, rodeada en su sección este por un alto camellón de tormenta, cubierto por guijarros y cantos rodados madrepóricos.

En sus extremos se alzan majestuosos los conocidos “balcones”, los cuales alcanzan entre los tres y los diez metros de altura. Se asciende escalando hasta su cresta superior en forma de terraza aplanada.

El fondo del mar es rocoso, con pequeños bancos de arenas, donde se desarrolla una abundante fauna asociada a las rocas y a la barrera coralina. Sus fondos son muy preciados para el buceo por su gran riqueza de cangilones, pasando por rocas aisladas, pozas y el canto del veril ubicado a muy poca distancia de la costa.

A sólo 1.2 km., de distancia al este, dentro del bosque semideciduo y muy cerca de la vereda del Palito Blanco, la cual atraviesa la reserva de NNW al SSW a lo largo de 11 km, se ubica una de las 29 espeluncas arqueológicas del área protegida hasta ahora exploradas.

Cueva de Las Canas, es la única cavidad que contiene en su interior agua potable -en varios kilómetros al alrededor. En su exterior existe un residuario pequeño con restos de conchas y elementos del ajuar aborigen como rocas hematitas. Esta roca la utilizaban los primeros habitantes de Cuba para mezclar con otros tintes naturales. Aparecieron algunos instrumentos de roca madrepóricos, como percutores.

El primer farallón de norte a sur es de 1 700 m. Su parte superior esta cubierta de grandes campos de diente de perros de crestas puntiagudas del tipo espumoso o de estanques o palanganas, donde llega acumularse agua en pequeñas casimbas.

Un ejemplo es el abrevadero que tiene 0.50 cm. de profundidad, con agua de forma permanente, ubicado al salir de la vegetación achaparrada, en la porción superior, desde la playa de María la Gorda.

El segundo farallón tiene una distancia de 3 500 m., con características muy similares al anterior, pero donde no hay agua para beber en todo el trayecto. El extremo sur de este farallón se convierte en un balcón y va bordeando, playa La Revoltosa.

Litoral de arena coralina en el extremo de Cabo Corrientes, donde se encontraba hasta los años setenta del siglo pasado, un faro hoy en Ruinas, incluyendo, una instalación en forma de nave de la Empresa Forestal de Guanahacabibes.

Esta ribera es un poco más ancha que Las Canas, con una longitud de dos kilómetros. Muy cerca de este cabo, se desarrolla la cueva de los Negros, que tiene una leyenda muy relacionada con la aparición de tesoros misteriosos que nadie encuentra y que han arrastrado hasta la muerte a muchos de los buscadores de estas quimeras legendarias, convertidas en fantasías, realizadas por fervorosos y dedicados profanadores de secretos de la piratería a lo largo de los siglos.

Por la costa sur se desarrollan, entre Cabo Corrientes y La Furnia, un litoral, donde predominan los farallones con sus paredes verticales. Estos son interrumpidos, por las huellas de mareas y abrigos rocosos de origen marinos, por el rompimiento de las olas. El farallón alcanza una altura máxima de 26 m.

Se desarrollan un conjunto de playas como caleta de las Cañas, Punta Leones, Jaimanita, caleta de Humo, La Cruz, Los Yayales, La Furnia y Cabo Francés.

El encuentro con El Majá.

Por estas tierras, a través de la vereda de Palito Blanco andábamos en la mañana. Yo iba delante. Observo un tronco de árbol atravesado en el camino. Me extrañó porque hacia días que andábamos por la zona y no hubo tormenta eléctrica.

Cuando nos acercamos el palo, este se mueve y grito: ¡corran un majá enorme se nos escapa! Efectivamente. Un gigante maja Santa María tomaba el sol en el camino y al vernos comenzó a meterse en el monte.

Enseguida Hilario, El Pepillo, Raudel y alguien más, nos apropiamos de la cola del majá. Él para adentro del monte y nosotros halando para afuera. Fue un momento tenso, la fuerza del majá era descomunal, parecía vencernos.

Cuando de pronto veo que cede y grito, ¡prepárense a saltar, que viene a morder! Así fue, de adentro del monte nos vino encima un gran majá, listo a defenderse y morder al que no se moviera rápido. Enrollada cayó en el centro del camino.

Apreciar aquel animal de más de 3,15 m, que después medimos, era un total espectáculo. Su porte nos hizo respetarlo, parecía una pitón con la cabeza en alto. Hilario cortó una estaca, la puso sobre su cabeza, así la dominamos.

Luego las fotos. Los cobardes se acercaron todos la tocaron y cargaron. Indiscutiblemente era el animal más grande de su especie que había visto en vida. Les aseguro que he visto cientos de majases. De hecho, he dormido con uno al lado, que ha venido buscando el calor de la casa de campaña.

Me he movido con soltura dentro de ellos. Más de veinte en la cueva de los Majaes de Galalón. O el famoso majá que durante 10 años alimentamos en la cueva del Indio de Tapaste, hasta que se fue o, alguien inescrupuloso, lo capturara.

Han pasado por encima de mis botas y nada me han hecho. Pero aquel me impresionó. Es hermoso y rezo porque siga creciendo. En un tiempo volveré a pasar por ese lugar y haré campamento para tratar de volverlo a ver. Quizás ya le haya agregado un metro más a su cuerpo.

Espero que nadie lo haya capturado. Tras las fotos lo dejamos marchar. Le dejamos abierto el campo hacia el monte que antes le habíamos negado. El vaciló un segundo giró la cabeza a ambos lados.

Creí ver en ese gesto un acto de disculparnos por haberlo molestado. Despacio, sin apuro se fue deslizando sobre el lapiaz. Creo que antes de meterse en la cueva se detuvo y nos miró por última vez. Nadie se movió de su sitio hasta que se perdió. Aun hoy al escribir me erizo de agradecimiento.

Gracias al Santa María. Gracias a Cabo Corrientes por dejar movernos entre historias y secretos.  

De Cuba Pasaje a la Naturaleza. Guanahacabibes XLIII

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