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CAMINO AL VALLE DE SAN JUAN

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Volver al camino

Han transcurrido siete días de expedición. Se impone el regreso según lo planificado. La pérdida de un día completo y el hallazgo de nuevas cavidades, conspiraron contra el cumplimiento del plan inicial trazado, salir por María la Gorda.

Estamos satisfechos. Queda demostrado cuanto aún queda por investigar en Guanahacabibes. Este estudio abre una nueva ruta en el proceso investigativo de la región.

El amanecer del día 16 de abril es frío. La noche había sido cómoda para todos aquellos que dormimos dentro de la cabaña con la familia de Agapito. Los aventureros y amantes de las carpas, sufrieron los rigores del frío y la humedad.

El desayuno rápido con cosita (lactosoi), galletas y café de la cariñosa Martha y ya estamos en marcha por la vereda de Contreras, rumbo al Valle de San Juan, según el mapa más de 8 km.

Cueva la Caoba.

Seis kilómetros hacia el norte y llegamos a una emergente y hermosa ceiba, casi sin hojas, la cual marca un punto importante en el camino, al descender la ligera pendiente, aparece una pequeña entrada de una gruta, con una caoba en su entrada, que resultó todo un hallazgo.

Luego de cartografiar la cueva La Caoba, se observa que presenta dirección similar a la cueva del Queso, suroeste-noreste. Con una dimensión 40 m, presenta tres salones y anchos promedios de 8 a 10 m.

En el último lago, el mayor que se sifona, aparecieron tres peces ciegos y camarones. Otra cueva en que se reportan peces y tercera cavidad con camarones para la localidad.

Un sijú cotunto intenta huir de las fotos, encogiéndose sobre su percha. Es descubierto y las cámaras no cesan de obturar, hasta que decide dejar la pasarela e interna en el monte.

Cueva Funche

Al salir de cueva La Ceiba se continúa 1,5 km más al norte y al este del camino y a unos 100 m del mismo, se encuentra el desmonte plano donde se encontraba el sitio arqueológico, mejor estudiado hasta el 2008, de la Península de Guanahacabibes: cueva Funche.

Ubicado en las coordenadas geográficas: 21o54´54´´ latitud norte y 84o20´00´´ longitud oeste. Conformada por dos áreas arqueológicas bien definidas. Luego de la excavación el material residual, fue regado a lo largo de la vereda de acceso como material de relleno del camino.

La cueva es de origen freático. Conformada por tres dolinas comunicadas entre sí a través de galerías inundadas. Suma la espelunca 200 m de longitud. Las dolinas poseen 15 m de diámetro.

La situada en la porción sur, permite el acceso a la cavidad hasta el gran lago que cubre toda la cueva. La segunda dolina es la más vertical. Sólo se puede descender a través de cuerdas o por las raíces de un árbol.

Es un punto intermedio, con un cono de derrumbes del antiguo techo al centro. Todas están rodeadas de paredes elevadas y poseen secciones cenitales residuales dispersos en su interior.

Las paredes han quedado como abrigos rocosos, donde se observa la primera de las dos áreas arqueológicas, con gruesas capas de evidencias aborígenes que pueden llegar a ser en secciones hasta un metro de espesor.

Las galerías que sirven de comunicación, poseen espejos de agua de hasta 50 cm de profundidad. Su fondo se encuentra cubierto de sedimentos autóctonos y alóctonos, por la disolución “in situ” de la caliza y los arrastres pluviales.

Muchos de los sedimentos provienen del propio residuario que ocupa el exterior de la cavidad en su boca sur. El principal montículo alcanza los 46 m con dirección este-oeste y 40,5 m en el eje norte-sur, con 1,5 m de profundidad.

Esta cavidad fue visitada por Mark Raymond Harrington en 1915. Sus excavaciones se efectuaron al suroeste, en una solapa que se encuentra en el extremo sur de las dos primeras dolinas.

Del 10 al 24 de marzo de 1966, el Departamento de Antropología de la Academia de Ciencias de Cuba, efectúo 22 secciones de excavaciones en pozos de dos por dos metros y estudió las evidencias obtenidas, adjudicándole filiación cultural de la etapa preagroalfarera.

Los ocupantes de estas cavidades vivían de la caza, la pesca, la captura y la recolección. Entre las evidencias encontradas se destacaron la gran cantidad de Strombus pugilis y crustáceos en su dieta, en edades tempranas.

El grupo que lo ocupó abandonó el lugar. Este volvió a ser habitado según las muestras del cambio de dieta, por restos de pescado y jutía. En este estudio aparecieron cuatro muestras para análisis de carbono-14 (C-14).

El sitio fue fechado en 4 000 años ap y la más tardía en 2 070 ap. Es decir, es posible que este sitio habitacional ya se encontrara abandonado a la llegada de los colonizadores españoles. Ya que fue ocupado en el año 2034 ane y fue abandonado en el 68 ane.

Cueva de Contreras

Volver sobre nuestros pasos y luego caminar otro kilómetro y medio, se encuentra cueva de Contreras. Que posee otro residuario arqueológico en el exterior de la espelunca. A diferencia del anterior, este está muy dañado por la producción de carbón y el uso del relleno para la vereda y la carretera a La Bajada.

Esta cavidad también posee un salón con agua, bastante extenso. Una hermosa columna al centro del lago cubre parcialmente la pequeña dolina por donde un rayo de sol alumbra la columna y crea un efecto fantasmagórico muy peculiar.

Este lago se convierte en aguada para aquellos que transitan por sus alrededores. Presenta una galería, seguida a lo largo de una pared de varias solapas y pequeño salón, a todos los rincones llega la luz del sol. Lo que ha sobrevivido del destruido residuario se encuentra al sur de la estructura cársica.

El tiempo apremia y obliga a dejar la cueva sin explorar, por lo que será la primera tarea en el retorno a los estudios de la región. En la vereda, la mayoría han decidido consumir una ligera merienda, y ha paso reforzado salvamos los 2,5 km que faltan para llegar al Valle de San Juan. Desembocamos a la carretera por el extremo este del caserío.

La alegría se ve en el rostro de todos, la posibilidad de disfrutar del baño en las cálidas aguas de la laguna, imprimen un entusiasmo tal, que la mayoría atraviesan totalmente la casimba, hasta el extremo norte de la misma.

Como estaba previsto el ómnibus estaba a las 4:00 pm en punto, en el lugar y todos satisfechos, empapados en agua y optimistas, abordamos el transporte; concluía así la primera expedición, de una nueva etapa, de los estudios espeleo-arqueológicos de la Península de Guanahacabibes.

Cuba Pasaje a la Naturaleza.
Guanahacabibes XXX

Pedro Luis Hernández Pérez

Pedro Luis Hernández Pérez

Miembro Ordinario de la Sociedad Espeleológica de Cuba

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