La Fe
El viajero se interna por la actual carretera Panamericana, construida a partir del año 1935, cuando aprovechó la senda por donde en el siglo XIX existió un camino que comunicaba Paso Real de Guane con este poblado, el cual para mediados del propio siglo fue empedrado, mejorándose concluyéndose en 1890. En la década de 1930, era un estrecho camino de arena en buen estado, pero de difícil paso en la época de lluvias por el recorrido constante de carretas y caballos.
La llanura central de Guanahacabibes hace ver cuán pequeños es el humano ante tanta inmensidad. A lo lejos, varias escuelas en el campo, hoy en ruinas, mudos testigos del gran empeño de la Revolución por equilibrar los años de avalancha educacional.
Luego de erradicado, en tiempo record el analfabetismo con la Campaña de Alfabetización, gracias a la cual, todos los ciudadanos supieron, al menos, leer y escribir, se inició la lucha por el 6to y 12 grado, a esa aspiración contribuyó el mejoramiento del nivel de vida para toda la población, la seguridad ciudadana, el acceso al trabajo, la salud, la educación, la cultura y el deporte gratuita, todos estos factores hizo que detonara una explosión demográfica en los años de 1960-1970, acompañado en ola, de la masificación escolar, hecho sin precedentes en la historia de Cuba, para lo cual no había capacidad instalada y llevó al proyecto de construir las escuelas en el campo, cuya embate humano fue avanzando por las escuelas primarias y obligó, durante 20 años, a crear escuelas, sobre la base del trabajo y el estudio (principio sustentado en el pensamiento martiano), para dar respuesta a dicha demanda y crear contingentes de maestros y profesores.
Terminada esa irrupción poblacional escolar y llegado el Periodo Especial, las escuelas en el campo eran insostenibles desde la economía y, se volvió al status de escuelas urbanas en ciudades y poblados, sobreviviendo muy pocas en el campo, de esta forma se daba respuestas a las circunstancias del momento.
Las instalaciones campestres fueron abandonadas, ese es el triste espectáculo que hoy aún se observa en muchos de los territorios de la llanura de Sandino, uno de los espacios abanderados de dicha época gloriosa, hermosa, pero a costa del sacrificio de grandes costos.
Años después, hubo un remontar en esas instalaciones, el internacionalismo del pueblo cubano contribuyó a la formación educacional de muchos latinoamericanos y de otros países, pero luego de un esfuerzo económico descomunal, languideció en corto tiempo, cuando nuestros maestros y los formados en esas escuelas, marcharon a los países necesitados a trabajar en la localidad y aun hoy, se mantiene ese espíritu en muchos escenarios del mundo.


Para arribar al otrora corral San Fernando es necesario salvar nueve kilómetros, este nombre se debe a su primer propietario, un capitán español.5 Lugar donde hoy se levanta el poblado de la Fe, que se encuentra ubicado en las márgenes de una pequeña laguna cársica, de igual nombre que la del corral.
Este enclave de pescadores, hoy en su mayoría laboriosos hombres de la empresa forestal, posee una única calle con casas a ambos lados, que lo atraviesa de este a oeste y se ramifica en pequeños pasadizos delimitados por casas humildes colocadas al azar. Su ubicación estratégica como muelle proviene desde finales del siglo XVIII, cuando aparece en un mapa de 1774 ubicado al sur del más antiguo puerto de la región, río Guadiana.
Estos terrenos pasaron a llamarse Juan López, nombre del propietario; hombre de negocios que entre 1823 y 1825 era dueño además de los terrenos de Blanquizales, Encinitos y el propio San Fernando. En 1828, a causa de malos negocios, se arruinó y perdió sus propiedades de Vuelta Arriba, motivo que lo llevó a establecerse en este territorio costero, donde construyó un almacén, una tienda y contrató toda la cosecha de tabaco rubio de la comarca, sirviendo como intermediario en las ventas a terceros. Logró restablecer la fortuna, la cual reinvirtió en la compra de más terrenos colindantes a sus propiedades.
En 1863, aún, era más conocido el embarcadero de Guadiana, dentro del río homónimo, que el muelle de Juan López. Con el transcurso del tiempo este paraje cambió el nombre por La Fe, tomado de un vapor, que, en su travesía de cabotaje por la costa norte de Cuba, hacía escala en el lugar.
Es un poblado pequeño, ubicado en magnífica posición geográfica, convertido en el siglo xix en paso obligado y centro de enlace entre los poblados de Cortés, Las Martinas y El Cayuco, con Paso Real de Guane. Su muelle era la salida al mar de los productos cosechados en la zona. Puerto de arribo de bolos de maderas talados en el Cabo de San Antonio, para trabajarlos en el aserradero construido en el lugar y luego embarcarlos o trasladarlos a diferentes puntos del país. Sirve de refugio en caso de mal tiempo o roturas a los barcos que transitan por el estrecho de Yucatán.
Entre 1896-1898 radicaron en sus márgenes las fuerzas del batallón español Wad Ras; fortificándose el lugar, que entre otros objetivos debía entorpecer el arribo de expediciones mambisas y su porteo tierra adentro. Sitio ideal para el abasto de la logística hispánica, alimentos, paga, pertrechos bélicos y tropas. Esto provocó que el 26 de abril de 1896, fuerzas al mando del teniente coronel Antonio Varona, combatieran en este enclave contra una columna española del regimiento acantonado en el lugar.15 Mientras, en septiembre de 1896, la brigada occidental, en apoyo al movimiento de Antonio Maceo para dar la bienvenida y proteger la expedición de Rius Rivera, hostigó el embarcadero de Juan López, hecho narrado por José Miró Argenter: “hostilizaron rudamente el cañonero Águila; la embarcación contestó a cañonazos, pero el plomo de los mambises le ocasionó cuantiosos desperfectos.”

Los españoles levantaron en este sitio un heliógrafo, el cual permitía las comunicaciones entre la trocha de Jaimiquí-Sitio Nuevo con Paso Real de Guane y de ahí con la cabecera municipal. Después de la guerra, este se convirtió en casa de telegrafía, única construcción resistente del lugar, que, junto a la torre metálica utilizada como antena, fue destruida por el ciclón del Golfo de Honduras, en octubre de 1925.
En 1930, alrededor de la playa, existieron varias casas de tablas y guano, sitio donde a finales del siglo xix se había establecido un almacén de depósito ubicado en el extremo interior de un largo muelle, propiedad de la Empresa Naviera de Cuba, que en aquel entonces se encontraba en ruinas, a donde llegaban las mercancías de La Habana o se embarcaban los productos locales. El entorno estaba lleno de esqueletos de barcos y de nasas de pescar. La función de puerto, por donde salían todas las mercancías desde Mendoza hasta Remates de Guane, se vio afectada ostensiblemente cuando pasó por este último asentamiento el ferrocarril y produjo que la población del caserío disminuyera a 150 vecinos.10
Estas son quizá las razones que llevó a la familia Palacios, dueña de estas tierras, compradas a los descendientes de Juan López, a rematarlas a varios compradores como Pablo Pérez Valdés, quien a su vez, las licitó a un señor de apellido Soroa y este último, las vendió al ruso, Félix Presser, según Gerardo Ortega, quien había escapado de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URRSS) con 200 000 dólares provenientes de un defalco al estado de su país y llegó a Cuba de Estados Unidos en 1939, momento en que compró estas propiedades por 12 000 pesos.
Entre 1935 y 1940, se produjo un cambio económico en esta región, al establecerse una base de hidroaviones custodiada por personal militar cubano y marines yanquis. Este emplazamiento fue seleccionado por Estados Unidos como centro de castigo de sus tropas regulares; lo cual representó el traslado de muchos soldados con problemas de conducta social, quienes unidos, a varios de sus correligionarios de la base aérea de San Julián, incentivaron el fomento del caserío de Juan López y Mendoza, para convertirlos en antros del vicio y corrupción; proliferaron garitos de juegos, se desarrolló el tráfico de drogas y todo tipo de productos norteamericanos, el abuso de bebidas alcohólicas y el irrespeto se adueñó de la localidad, el disfrute escandaloso de los burdeles y el consabido atropello a la población local, todo al amparo de los diferentes gobiernos de turno de la república mediatizada.
Desde entonces, la oscilación de la población de este sitio se caracteriza por ser bastante estable, aunque con ligero movimiento al crecimiento temporal: en 1943 poseía 425 habitantes, atraídos por la opciones de trabajo de la base militar y el puerto; en 1981 habitaban 620 ciudadanos, cuando las condiciones económicas en el país pasaron por los mejores momentos, con la consolidación del Consejo Económico de Ayuda Mutua (CAME) y el campo socialista, sin embargo, para 1992, en pleno período especial, disminuyó ligeramente a 591 vecinos.
La Bahía de Guadiana precede al poblado de La Fe. Se encuentra enclavada en la parte sureste del Golfo de Guanahacabibes, entre las puntas, Plumaje y Ávalos. Formada entre los 15 000 y 6 000 años a.n.e., por la transgresión marina Flandriense, que provocó el levantamiento general del nivel de los océanos. Presenta costas sinuosas, bajas, cubiertas de mangles, excepto un tramo acantilado rojizo en punta Colorada y algunos segmentos de playas. Por el centro cruza el canal que conduce a la Ensenada de Juan López, con profundidades mínimas de 5 m, las máximas se encuentran a la entrada de este accidente y alcanzan los 8 m, hacia el centro del propio cauce logra los 6 m.
Elemento de suma importancia para la ecología de la región es la abundancia del manatí, especie en peligro de extinción, que habita en el tramo costero que comienza en este sitio y se alarga hasta Puerto Esperanza, convertida en una de las doce zonas de significación nacional. Este escenario se encuentra dentro del inventario de la región neotropical, como uno de los tres mayores humedales geotectónicos de Cuba, junto a Zapata y Lanier.17
La entrada a la bahía fue dragada entre los años 1940-1941 y se bautizó como canal de Juan López, por donde se permitía el paso sin peligro a los barcos de la marina cubana y estadounidense. Para esta tarea fueron evacuados los sedimentos acumulados en el litoral costero por el cauce fósil profundo, del río homónimo, que corrió a través de la gran llanura cársica emergida en épocas geológicas pasadas, hoy ocupada por las aguas que conforman el estuario. Las hileras de cayos y bajos, en forma de arco que rodean este accidente marino, indican antiguos límites de costa, por ser una típica llanura cársica de sumersión.