A un kilómetro y medio al norte de la Furnia se encuentra el más grandioso sitio arqueológico conservado de la Península de Guanahacabibes.
En 1938 el doctor José A García Castañeda realizó un viaje de exploración y estudio a esta localidad, el cual recoge el arqueólogo cubano Ramón Dacal en su folleto: “Introducción a la arqueología de la Península de Guanahacabibes, Cuba”. Serie Pinar del Río. # 14. La Habana. 1968 y dice en su página seis:
De la Grifa y a lomo de caballo partimos hacia la llamada Cueva de la Pintura, distante aproximadamente 12 kilómetros, tomando la carretera hacia Babineyes, internándonos por el camino de Limones al lugar de ese nombre, para continuar, por dentro de espeso bosque hasta la Cueva de la Pintura, que queda cerca del lugar llamado La Furnia a 2 Km del mar”. En este lugar se localiza una cueva y frente a la misma lo que el autor titula: “Asiento de un pueblo Primitivo” y donde realizan trabajos de excavación: “Se abrieron dos agujeros, encontrando en ambos gran cantidad de cenizas, caracoles marinos, gubias, conchas, martillos, restos de comida, especialmente muelas de cangrejo y restos de tortugas. Uno de los agujeros lo profundizamos hasta 2 varas y aún salían restos de comida.
Le leía este pasaje a José, mientras el Jeep se acercaba el destino del día: cueva de La Pintura, al terminar la vegetación baja y comenzar el bosque alto existe un cambio en el color y composición de la tierra que se acumula dentro del lapiaz, el oscuro va sustituyendo el colorado que se sigue por tierra, diminutos puntos blancos resultaron ser vestigios de caracoles triturados mezclados con pinzas de cangrejos todo ello indica la llegada al sitio arqueológico.
Al norte de la vereda la cueva de La Pintura, al sur, los dos lometones de restos arqueológicos intercalados entre sí de más de dos metros de alturas, setenta metros de largo por treintaicinco de ancho.
Es quizás, el sitio perfecto para enseñar arqueología, pues se cumplen los indicios de búsqueda para definirlo como tal.

Pero leamos lo que escribió el Dr. Enrique Alonso Alonso acerca del mismo:
[…] el instituto de Arqueología de la Academia de Ciencias de Cuba realizó amplias excavaciones en el gran residuario de cueva de La Pintura, bajo la dirección de Dr. José Manuel Guarch Delmonte en enero-febrero de 1973. […] se excavaron dos unidades […] en la que se aplicó una sistemática propia, basada en una mayor utilización del dibujo en la interpretación estratigráfica del registro arqueológico. Carmenate realizador de los dibujos, en unión de Juan Enrique Almenteros, consiguió, además, identificar por primera vez los restos arqueológicos de la langosta (Panulirus argus) y de la especie frutal silvestre conocida por “Uña de Gato”
Enrique Alonso e Hilario Carmenate Rodríguez escribieron un interesante libro denominado “Contribución a la Arqueología de Guanahacabibes” Volumen I. en 1981, en la página 67, dieron a conocer:
[…] El fechado radiocarbónico más temprano obtenido entonces arrojó una antigüedad de 2925 años para una capa antropógénica situada entre 1.50 y 1.80 metros de profundidad, cerca del área más gruesa del montículo. En las capas superficiales fueron colectados varios fragmentos de burén y cazuelas aborígenes. En capas tempranas apareció un buril de sílex que el Dr. Janus Koslowski consideró muy semejante en material, tipología y técnica de elaboración a los instrumentos protoarcaicos de la cuenca del río Mayarí, provincia Holguín.

La cueva de la Pintura se encuentra a una altura de diez metros sobre el nivel medio del mar. Ubicada en una Llanura Abrasivo-Denudativa; sobre carso semidesnudo. El nombre de esta cavidad esta dado ya que en el 1938 cuando fue descubierta por el arqueólogo García Castañeda encontró en una columna dentro del agua la existencia de un petroglifo. Alguien trató de serruchar la formación para llevársela, pero la dureza de las cristalizaciones no se lo permitió.
La cueva es una dolina de corrosión y desplome, con la entrada en su sección superior, es decir, el techo se encuentra a una altura de 5.40 metros con respecto al piso de la cavidad, por seis metros de ancho. Con un desarrollo lineal de 48 metros y una superficie aproximada de 248 metros
Se abre dentro de la caliza biogénica de la formación Vedado. Desarrollada en la zona de aireación actual. Con un área de saturación al final de la misma en forma de media luna, en la porción no derrumbada de la cavidad. Con un ancho de 44 metros y una profundidad media de medio metro, de agua salobre, que interactúa con las mareas del cercano mar. Los procesos graviclásticos (derrumbes y desprendimientos de rocas) están bien representados en la dolina de entrada donde abundan grandes bloques pertenecientes al antiguo techo de la cavidad.
Según la clasificación de Núñez Jiménez sería una cueva Freático-Vadosa en fase destructiva. Presenta pocas formaciones secundarias restringiéndose a estalactitas, estalagmitas, columnas y gours fósiles. Abunda el guano de murciélago dentro del lago, y se observan dos especies de Quirópteros, además habitan crustáceos y varios tipos de arácnidos.

En la superficie del sitio arqueológico y dentro de la Cueva, es fácil observar, Gubias, percutores, piedras molederas, vasijas de Strombus y un percutor colgante, materiales que fueron colectados y entregados al departamento de arqueología para su estudio, junto a las referencias del lugar de los hallazgos.
Concluida la visita el retorno a la playa es eminente, me distraigo observando los liguus que abundan en los árboles y al darme cuenta ya estaba cayendo la tarde, apuro el paso para salvar el kilómetro y siento detrás de mí la sensación de unos pasos, giro la cabeza pensando en otro compañero rezagado, pero nada veo, en varias oportunidades me paso lo mismo y realice la misma operación.
Intrigado decidí hincar la rodilla en la tierra negra aun, con pintas blancas y, en el límite mismo entre la tierra arqueológica y la natural, puse mis labios sobre las evidencias arqueológicas en señal de respeto a mis ancestros, entonces llegó la respuesta esperada, una brisa se levantó, movió las ramas de los árboles sobre mi cabeza y sentí sobre mis cabezas, la energía de aprobación de mi abuelo.
Desde entonces, juré que cada día he de recordar que por mi sangre corre también, además de la sangre blanca española, la negra africana, la hermosa sangre de los aborígenes cubanos y todos los días me siento orgulloso de ese legado.
Gracias cueva de La Pintura, desde entonces, más que nunca, me siento cubano.
De Cuba Pasaje a la Naturaleza.
Guanahacabibes XV
