Yamilé Luguera González
yluguera@gmail.com
Miembro Ordinario de la Sociedad Espeleológica de Cuba
El “murciélago de Koopman” habita exclusivamente en la isla de Cuba. Hasta la fecha solo se han capturado 3 ejemplares vivos, dada su rareza se considera vulnerable a la extinción, el misterioso macho no se conoce aún.
La historia de este raro quiróptero comienza cuando Gilberto Silva Taboada, lo descubrió vivo en el bosque de la falda Norte del Pan de Guajaibón, Pinar Del río, en 1956. Estaba de expedición con el Dr. Karl F. koopman, del American Museum of Natural History, New York.
Koopman arribó a Cuba con el objetivo de estudiar los murciélagos; aliado con Silva recorrieron juntos la Isla; casi en los inicios de la cruzada, en el bosque natural de hoja ancha del Pan de Guajaibón, en un espacio grande y poco perturbado, exactamente en la parte Norte de la base, armaron campamento para iniciar el monitoreo.
En la primera noche destinada para la captura, estrenaron las mayas japonesas o de niebla que Koopman trajo a Cuba por primera vez, se colocaron varias, seguidas unas de otras en ese espacio; ambos se dividieron la noche, Koopman monitoreó durante la prima noche y Silva hizo la madrugada, momento en que colectó varias especies vivas, que fueron guardadas en saquitos de tela, para su posterior estudio.
Entre la 1:00 y las 2:00 am, se acercó a una de las mayas, y en el último cordón, justo en el suelo, había un murciélago saltando. Lo desenredó, notó que era corpulento, de buen tamaño y se percata de que nunca antes lo había visto, era un género nuevo para todo el Caribe insular.
Despierta a Koopman y se lo muestra, y este afirmó que era un Antrozous, muy común en Norteamérica; lo colocó en un saquito de tela, le cerró la boca y puso sobre una roca. A Silva no le gustó esa forma de amarre para un animal tan corpulento, pero él continuó su muestreo durante el resto de la madrugada.
De regreso, en la mañana, se percata que se había escapado el ejemplar; Silva afirma que Kooman era un excelente científico, muy destacado, pero tenía un problema físico que le impidió adquirir la experiencia necesaria en el trabajo de campo, su desarrollo corporal se detuvo a los 11 años, por lo que a los 31 parecía todavía un niño, que ni siquiera podía caminar bien.
Pasados tres años, Silva regresó al lugar y a 20 o 30 km de donde se capturó el Antrozous, justamente en el vestíbulo de una cueva, muestreando egagrópilas (vómitos) de lechuza, que portaban huesos de murciélagos, encontró el cráneo de un Antrozous.
Luego, en un viaje de trabajo al exterior, visitó la academia de ciencias de California y mostró al mastozoólogo Robert T. Forr, estos restos; él había publicada el año anterior una monografía magnífica sobre el género Antrozous en Norteamérica y Centroamérica y se dio cuenta que era el hombre que le podía dar buena información al respecto.
Y sobre la base de ese cráneo, se realizó la descripción de la especie. Como primer ejercicio, comparó el cráneo con el resto de las especies de Norteamérica, y confirmó que era una especie nueva para la ciencia, y fue descrita entre los dos; Silva quiso dedicársela a Kookman.
Se trata de una especie de murciélago grande, su longitud alar es de más de 38cm, se desconoce su peso, es una especie muy rara. Se han colectado solamente 3 individuos en estado viviente, 2 en 1920 y 1 en 1956, los intentos de recaptura hasta hoy han sido infructuosos.
Su hocico es ancho y corto, sin hojuela nasal, las orejas son muy grandes y separadas sobre la cabeza, el color del pelo es de un amarillo muy pálido, su dentición está compuesta por 28 dientes. Cuenta con orejas descomunalmente grandes, es por ello que puede confundirse con el Macrotus waterhousei. Su refugio se desconoce, se alimenta exclusivamente de insectos que no vuelan y otros artrópodos que caza en el suelo, no se sabe mucho sobre sus depredadores, solo que es consumido por lechuzas (Tyto).
En 1962 se crea la Academia de Ciencias de Cuba, y con esto la colección completa de Charles Randen (naturalista). Esta pasa del Oriente del país al Instituto de Zoología, y es designado Silva para tramitar el empaque y el traspaso hacia La Habana.
En la revisión de las colecciones líquidas de los murciélagos, al abrir un pomo repleto de Macrotus waterhousei, de diferentes localidades y fechas, Silva se percató que entre ellos habían 2 hembras de Antrozous koopmani, capturadas en la localidad de Vallate, Oriente, en 1920. Son estas, las únicas hasta hoy conservadas en colecciones, el macho hoy en día no se conoce, nadie más ha colectado un ejemplar.
Silva colocó mallas nuevamente en el Pan de Guajaibón y en Vallate, sin éxito en su captura, pero aún se descubren en los vómitos de lechuzas, es por eso que se sabe que no está extinto.
Esta sigue siendo una asignatura pendiente para la quiropterología. El Antrozous koopmani es endémico de Cuba y continúa siendo una nueva especie para la ciencia, considerado vulnerable a la extinción y la especie más rara de los murciélagos cubanos. No se han logrado obtener datos relacionados con su biología, su hábitat, entre otros. Sin dudas, es un enigma viviente