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ENTRE CUEVAS, FORTINES Y NATURALEZA, VA LA HISTORIA

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Cueva del Quillo

De regreso de Jaimiquí por la vereda se encuentra la cueva del Quillo. Ubicada en las coordenadas: X: (173,600) Y:(237,400), Hoja 3381-I a escala: 1:50 000. Es una cueva freática donde dos dolinas de corrosión y desplome sirven de acceso a través de un gran salón de unos 50 X 20 m con desplomes en su interior que pertenecieron al antiguo techo.

Una galería de 128 m con una altura máxima de 5 m, posee un gours al final de 15 m de largo por 25 m de ancho y una profundidad de 1.20 m, con agua permanente. Esta espelunca fue objeto de vandalismo hecho por buscadores de fortunas, cualquier sitio arqueológico, con evidencias aborígenes notables, pronto se vuelve lugar de fabulaciones y aparecen los buscadores desafortunados.

Llegamos Tarde a Gener

Esta espelunca ha sido usada en la historia por pescadores de la zona, carboneros, trabajadores forestales y para romerías y fiestas campesinas. En el año 1970 fueron encontradas numerosas evidencias arqueológicas como restos de cobo (Strombus gigas), por Enrique Alonso e Hilario Carmenate.

Luego de su exploración, se continúa un camino paralelo a la carretera entre Manuel Lazo y Las Martinas al sur, a través del cual se llega a la localidad de Gener: vega ubicada al este del asiento “Cuevas de Las Vacas”, al sur de la Güira y al oeste de La Colonia.

Este fue el centro de la trocha de Jaimiquí-Sitio Nuevo, quizá por ello, se erigió el mayor de los fortines que conocimos en el estudio histórico, pudo incluso ser adaptado para esa función de un antiguo almacén, es un rectángulo de 100 m de largo por 50 m de ancho.

Al momento de arribo de los exploradores se pudo encontrar algunos de los cimientos de los muros. Muy cerca de él, a unos 300 metros más al norte existía otro fortín más modesto y de forma circular. Según los vecinos hasta la década de 1970 se vieron en pie los restos de ambos. En un artículo que publiqué en el periódico Guerrillero titulado: “Llegamos Tarde a Gener”, el 20 de mayo de 1989, expuse:

En el sitio conocido por Gener, donde existía una fortificación militar española que formaba parte de la mencionada trocha, días antes de nuestra llegada un buldócer que realizaba una operación de desmonte había destruido el lugar, sin que nadie se preocupara por preservar este sitio histórico (…) Llegamos tarde a Gener y no precisamente por los 93 años que median desde su construcción…”

Un poco más al oeste pasamos por: Cuevas de las Vacas, territorio donde también se encontraba un fortín de la trocha ya mencionada, dicha finca se dedica al cultivo del tabaco, en el terreno contamos 44 casas atravesadas por el camino que se dirige a los Yayales, lugar al que dirigimos los pasos.

Los Yayales. Paradojas de la naturaleza

Se recorrieron tres kilómetros por una vereda de diente de perro aplanado cuando se arribó a la conocida “Puerta de Golpe de los Yayales”. Estas tierras pertenecieron en 1823 a Francisco Morales, quien distribuyó hasta 1830 sus tierras entre tres descendientes de igual apellidos.

Para 1850 ya existía un poblado en este valle, habitado por unas 100 familias que se dedicaban al cultivo del tabaco, en 1890 desarrollaron 19 clases de la aromática hoja de magnífica calidad; las cuales trataban en una casa de curar tabaco.

Mientras nos acercábamos al sitio por la vereda recordé lo escrito por Gerardo Ortega en: Apuntes para la historia del municipio Sandino: “En 1902 de los Yayales a la Güira se sacaban los enfermos en carreta de bueyes o a mulos y de ahí en coches de caballos hasta Cortes. En esta zona solo existía una arria de mulos, de 12 animales”.

Al cabo de 102 años de aquellos hechos y viendo el estado de esta ruta, estoy convencido todo lo penoso que fue para estas familias ver la agonía de un enfermo o moribundo ante el andar tan lento por este camino que puede llegar a ser infernal, lejos de cualquier posible amparo; supongo que muchos no resistieron el viaje y murieron en el mismo.

Que contradicciones tiene la naturaleza, parajes tan pintorescos que la madre natura ha poblado de vida vegetal y animal y da colores hermosos al habitad y espiritualmente son escenarios insustituibles, aislados de la vista del ciudadano común; por otro lado, esconden historias horrendas de martirio, dolor y agonía, de los seres que lo ocuparon.

El termino Yayales, cuenta el científico cubano Juan Tomás Roig, en su obra, “Diccionario Botánico de nombres vulgares cubanos”, publicado en 1965, es de origen botánico (Fitotopónimo), “La Yaya (Oxandra lanceolata Sw Benth). Es un árbol silvestre de la familia de las anonáceas, uno de los más comunes en toda la isla, formando extensas colonias llamadas Yayales. Abundan por lo general en las costas y en terrenos pedregosos, en el llano y hasta cierta altura en las montañas, también le dicen: yaya común, yaya hembra, yaya de monte y yaya prieta.

En la actualidad el valle de Los Yayales es un pequeño caserío con unas 10 casas y un pozo de agua eólico a 10 m de altura sobre el nivel del mar, está rodeado del bosque semideciduo, sus antiguos habitantes emigraron en busca de un acercamiento a áreas más pobladas y con mejores condiciones de vida.

A un kilómetro 250 metros se encuentra punta los Yayales, ubicada en los 84º14’20’’ de latitud norte y los 21º53’48’’ de longitud oeste, Antonio Núñez Jiménez, en su “Geografía y Climatología de la Península de Guanahacabibes”, publicada en 1968 como parte de la Serie Pinar del Río con el número 13 de la entonces Academia de Ciencias de Cuba describió ese accidente del terreno:

[…] es afarallonada y hasta punta Fraile estas barras emergidas llegan alcanzar la máxima altura de 26 metros sobre el nivel medio del mar desde donde descienden ligeramente hacia el sur y en el litoral lo hacen abruptamente, mientras que tierra adentro bajan más suavemente hasta el centro de la península que es de unos 10 metros de altitud y siguen descendiendo hasta la ciénaga litoral de la costa norte donde se confunden con el nivel marino. El fondo del mar se encuentra en este punto entre los –6 y –12 metros, sin embargo, el canto del veril está ubicado a sólo 90 metros de la costa con profundidades superiores a los -310 metros, el fondo es rocoso siendo una antigua terraza marina hoy sumergida.

Años después volveríamos a estos escenarios y será motivo de los siguientes recuentos, luego que conozcamos la cueva de La Mina, porque en Guanahacabibes: entre cuevas, fortines y naturaleza va la historia…

De Cuba Pasaje a la Naturaleza

Guanahacabibes XIX                                                                                                                                                                                                     

Pedro Luis Hernández Pérez

Pedro Luis Hernández Pérez

Miembro Ordinario de la Sociedad Espeleológica de Cuba

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