Por: Osvaldo Pupo Gutiérrez
Desde niño, a Henry Delgado Manzor le causaron interés los instrumentos meteorológicos, conocer su funcionamiento e interpretar los datos que pueden ofrecer. El entusiasmo por descubrir los “trucos” de la meteorología le hicieron visitar con frecuencia la Estación Indio Hatuey en su natal Matanzas y convertirse en aprendiz del observador Jesús Márquez.
A través de su primer maestro conoció que, en el año 2002, cuando todavía no se impartía en Cuba la licenciatura en meteorología, iba a comenzar un curso de superación para los trabajadores vinculados a esa ciencia. Henry no dudó. Impuso su vocación y logró convencer a los directivos del Centro Meteorológico matancero y de la Dirección Provincial de Educación de dejar entrar en las aulas a un muchacho de 18 años que ya tenía la meteorología “metida adentro”.
“Fueron dos años de mucho estudio y sacrificio — confiesa Henry — , pues como vivía a más de 60 kilómetros de la ciudad de Matanzas, tenía que madrugar. Todos mis compañeros eran personas que ya estaban vinculadas al trabajo meteorológico y yo era nuevo dentro de ese mundo, pero recibí su apoyo.
“Al concluir, ingresé en el Servicio Militar Activo y en el año 2009 comencé a trabajar en la estación meteorológica de Varadero. Allí fue donde por primera vez puse en práctica lo aprendido y crecí como profesional. Ser observador meteorológico constituyó una experiencia significativa, pues no importan las circunstancias que se enfrenten, quienes realizan esta labor siempre deben emitir informaciones imprescindibles para conformar los pronósticos”, comenta el joven matancero de 35 años, quien reside en la ciudad de Cárdenas.
El aeropuerto internacional Juan Gualberto Gómez de Varadero, donde labora Henry Delgado desde el año 2015, es el segundo de mayor importancia en el país, debido a la gran cantidad de aeronaves que aterrizan o despegan en su pista. A un equipo compuesto por seis meteorólogos le corresponde brindar información sobre el estado del tiempo a los encargados de las operaciones en esa terminal, así como a la tripulación de las aeronaves, antes y durante el vuelo.
“De nuestra opinión dependen las medidas que se deben adoptar, algunas muy complejas, como el desvío de un avión o el cierre temporal del aeropuerto.Constantemente te solicitan asesoría sobre cualquier asunto, por eso es muy importante estar centrado, porque la información que emitas es indispensable para todas las fases de vuelo, desde el despegue hasta la aproximación, el aterrizaje y el rodaje.
“En la aviación cualquier fenómeno es significativo: la lluvia, por ejemplo, afecta la visibilidad y el frenado de los aviones; por tanto, provoca aterrizajes más largos. Es imprescindible disponer de todos los datos actualizados con la mayor brevedad, pues, muchas veces las aeronaves tienen que esperar en el aire hasta que mejoren las condiciones”, explica Delgado Manzor.
Henry, junto a sus compañeros, realiza cada una hora observaciones de variables meteorológicas como la dirección y velocidad del viento, la visibilidad, la presión atmosférica, la nubosidad, la temperatura, entre otras, para conformar un mensaje codificado que llega a las aeronaves, de acuerdo con lo establecido por la Organización de la Aviación Civil Internacional.
Sin embargo, durante su tiempo libre también se dedica a otras actividades, aunque también muy emparentadas con la meteorología…

— ¿Cómo te convertiste en un coleccionista?
“A los 16 años me regalaron un termómetro ambiental, desde entonces decidí coleccionarlos. En la actualidad poseo casi una treintena de piezas, que van desde barómetros, termómetros, hasta anemómetros. Algunos fueron fabricados hace más de un siglo, como un barómetro aneroide, de procedencia alemana, que tiene 110 años.
“Los objetos me han llegado por varias vías, algunos los he comprado, otros han sido regalos de amigos, incluso uno me lo encontré en la basura. Cuento con piezas muy valiosas como termómetros publicitarios que eran empleados para la decoración de bares y restaurantes dela ciudad de Cárdenas a mediados del siglo pasado. Muchas aún funcionaban cuando las obtuve, otras las restauré”.
— También eres miembro de la Sociedad Espeleológica y de la Federación de Radioaficionados…

“Mi vocación por la espeleología comenzó en el año 1999, cuando por azar llegó a mis manos el libro La Gran Caverna de Santo Tomás, del doctor Antonio Núñez Jiménez. Desde entonces quedé atrapado por esa ciencia. En el 2002 ingresé en la Sociedad Espeleológica de Cuba. A partir de esa fecha he realizado exploraciones en cavidades subterráneas y estudios de clima en cavernas.
“A la Federación de Radioaficionados de Cuba llegué en el 2004. Esta organización está ligada a la meteorología, sobre todo en la temporada ciclónica, cuando sus miembros ponen a disposición los equipos para mantener las comunicaciones. Debemos estar preparados ante cualquier situación de emergencia, principalmente en desastres naturales.
“Una de mis experiencias más emotivas fue durante el paso del huracán Irma por el norte de Matanzas. Cuando estaba en la estación meteorológica de Varadero se interrumpió la comunicación con los medios de prensa provinciales, pero, a través de mi radio pude realizar un contacto con la televisión e informar sobre las condiciones climáticas allí.”

Esta no fue la única vez que Henry ofreció información a los medios de comunicación, pues ha colaborado con otros, nacionales y extranjeros, sobre la meteorología y su historia. Sin embargo, ve en las redes sociales un potencial para socializar estos temas con la población.
“A los profesionales nos corresponde educar sobre los fenómenos meteorológicos al resto de los ciudadanos, los cuales tienen hoy más acceso a Internet y pueden grabar, compartir, opinar acerca de estos. Los especialistas agradecemos la información, pero es preciso ser cuidadosos porque en vez de informar, puede suceder lo contrario. Los eventos climáticos pueden causar pánico y en varias ocasiones quienes los reportan se exponen a peligros para tomar las fotografías que luego comparten en redes sociales”.
Para Henry Delgado Manzor ser meteorólogo es su vida, una vida sustanciosa, aderezada por su inquietud permanente; esa que modeló una vocación que lo atrapó desde la infancia.