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KARST DE MONTAÑA EN CUBA: SOMBREROS KÁRSTICOS

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Manuel A. Iturralde-Vinent

Manuel A. Iturralde-Vinent

Académico de Mérito, Academia de Ciencias de Cuba; Miembro Fundador del Grupo Espeleológico Martel de Cuba.
Dos sombreros kársticos (el Pan de Matanzas y el Palenque) sobresalen en la distancia entre la neblina matutina en el Valle de Yumurí, Matanzas.

En Cuba existen distintos tipos de karst de montañas, pero en este ensayo sólo se hará referencia a un tipo muy peculiar, poco conocido y más común de lo que pudiera parecer.  En otras contribuciones se habrán de examinar otros tipos..

El tipo de karst que sustenta estas notas se desarrolla en elevaciones muy particulares, en cuya constitución se destacan dos secciones superpuestas: una inferior conformada por rocas no karstificables, generalmente poco permeables; y otra superior, como un sombrero, constituida por rocas karstificables (calizas, mármoles y esquistos calcito-dolomítico; o yeso, anhidrita y halita).

Estas elevaciones, como se observa en la figura 1, disponen de un casquete de rocas karstificables situado por encima del nivel de los valles, de tal manera que no reciben la influencia del sistema de drenaje fluvial.  En estos casos las precipitaciones son la principal fuente de agua que actúa sobre las rocas, amén de la película acuosa que moja la superficie rocosa a partir de la sublimación de la humedad del aire.

Fig. 1. Modelo (perfil) de un sombrero kártsico con alimentación autónomo pluvial.

En tales condiciones, estos karst evolucionan a consecuencia de los flujos acuosos que desciende por el interior del macizo, a través de las grietas y poros, hasta la superficie de contacto con las rocas impermeables infrayacentes.  Al llegar a esta superficie, el flujo se establece de acuerdo a la inclinación de ese plano de contacto, hasta alcanzar la pared de la montaña, por donde surgen varios manantiales puntuales (Fig. 1).

Este tipo de sombreros kársticos fue descrito como un nuevo tipo de la clasificación hidrodinámica del karst de Cuba (Skwaletski e Iturralde-Vinent, 1971) que se denominó: “carso con drenaje autónomo”, pues la dinámica del flujo de agua por el macizo no depende sino de la lluvia y la estructura interna del sombrero de rocas karstificables (Iturralde-Vinent, 1977).

La figura 2 ilustra una parte de la cuenca superior del Sagua de Tánamo, donde en la actualidad este río y sus afluentes corren por rocas impermeables y cortan el macizo de rocas calizas porosas y agrietadas del Oligoceno al Mioceno Inferior basal (Formación Majimiana), que sobreyacen a un conjunto de margas y otras rocas poco permeables. El mapa muestra tres elevaciones asiladas de calizas que yacen al norte del río Sagua de Tánamo y su afluente Bayate, donde la superficie de contacto entre el sombrero calizo y las rocas infrayacentes está suavemente inclinado al sur, como se muestra en el perfil esquemático.

Fig. 2. Mapa del karst de Bayate, donde se ilustran tres sombreros de calizas. (Adaptado de Iturralde-Vinent, 1977).

Al sur del Sagua de Tánamo se desarrolla un macizo de calizas de la misma edad, las cuales buzan hacia el sur hasta que se entierran debajo de margas y areniscas del Mioceno en la cuenca de Guantánamo (Fig. 2).  

En ambos macizos las aguas de lluvia caen sobre la superficie expuesta de las calizas y penetran en su interior por los poros y las grietas.  En los sombreros kársticos estas aguas al alcanzar la superficie de las rocas impermeables fluyen hacia la periferia de la elevación y brotan por las paredes, dando lugar a una serie de manantiales colocados casi en la misma cota (Figs. 1 y 2).

En el macizo de calizas situado al sur, la alimentación principal es también por las lluvias, pero en este caso, solo una parte de ese flujo brota por manantiales situados en las paredes, puesto que el caudal principal se dirige por el subsuelo hacia el sur, donde alimenta al acuífero subterráneo de la cuenca de Guantánamo.  

Sin embargo, para estudiar los karst siempre hay que tener en cuenta la evolución de los macizos, pues a menudo ocurren casos de multigénesis del karst. En el ejemplo que se está analizando, es de notar que en el macizo al sur del Sagua de Tánamo se conocen cavernas subhorizontales con, al menos, dos niveles superpuestos. Estos probablemente se desarrollaron cuando estas rocas estaban muy por debajo de su altitud actual y el contacto caliza-marga yacía en la profundidad del subsuelo, muy por debajo del nivel del valle.  En dichas condiciones, los ríos atravesaban las calizas y se alimentaban de las aguas del macizo, como hoy lo hace el arroyo El Muerto. En aquellas condiciones se establecieron flujos horizontales  que contribuyeron al desarrollo de cavernas subhorizontales fluvio-freáticas.  Esta situación hidrodinámica fue definida como “carso con drenaje local hacia la red fluvial” (Skwaletski e Iturralde-Vinent, 1971). 

Posteriormente, en la medida que se iba elevando el terreno, los ríos enterraron sus cauces hasta formar valles profundos y cortar la superficie marga-caliza como el arroyo Bayate y el río Sagua de Tánamo.  Al quedar las calizas “colgadas” por encima de los cauces fluviales, se conformó un nuevo patrón de karstificación con la geometría de sombrero de caliza. 

En muchos lugares de Cuba se encuentran elevaciones con sombreros de calizas, donde está presente la situación hidrodinámica antes descrita.  Quizás el ejemplo por excelencia sea el Yunque de Baracoa (Fig. 3), pero también se pueden mencionar la Meseta del Guaso en Guantánamo, loma Bonachea en Villa Clara, algunas elevaciones marmoleas del Escambray como el Pico San Juan en Cienfuegos, el Pan de Matanzas, las Lomas de Tapaste en Mayabeque, y algunos mogotes de la Cordillera de Guaniguanico.

Fig. 3. El Yunque de Baracoa es una meseta de calizas de la Formación Majimiana, que yace sobre rocas impermeables por encima del nivel de los valles donde yacen rocas impermeables. Un típico sombrero kárstico.

Distinguir este tipo de karstificación no es un ejercicio teórico, pues este modelo implica una geometría interna de la cavernosidad muy peculiar, donde existe dos patrones activos: uno vertical a subvertical definido por el flujo vadoso, y otro patrón subhorizontal suavemente inclinado que se desarrolla solamente en el entorno del plano de contacto entre las calizas y las rocas impermeable subyacentes (Fig. 1).  Como ya se indicó, estos patrones activos pueden superponerse a otro patrón originado en etapas anteriores, generalmente inactivos, fosilizados, que pueden estar siendo modificados por el patrón activo.

Referencias

Iturralde-Vinent, M., 1977. Reconocimiento preliminar del carso del macizo de Bayate, Holguín. Voluntad Hidráulica, 14 (41): 48-51.

Skwaletski, E., e Iturralde-Vinent, M., 1971. Estudio ingeniero-geológico del carso cubano. Academia de Ciencias de Cuba, Serie Espeleológica y Carsológica, 31: 1-57.

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