Orfilio Peláez Orfilio
14 de julio de 2017 22:07:45
En noviembre del 2016, el doctor Gilberto Silva Taboada, recibió el título de Doctor Honoris Causa, conferido por la Facultad Richard Gilder a nombre del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York.
Como refieren con jocosidad sus compañeros del Museo Nacional de Historia Natural de Cuba (MNHNC), el doctor Gilberto Silva Taboada vino al mundo tocado por una «varita mágica» que le otorgó excepcionales condiciones físicas para desandar montes, subir lomas o explorar las más abruptas cuevas.
Y es que próximo a cumplir los 90 años, conserva una salud de hierro, no le duele absolutamente nada y posee una energía vital que le permite enrolarse en cuanto trabajo de campo requiera su presencia.
Así ocurrió por ejemplo, en octubre del 2016, cuando participó en la organización de una expedición conjunta al Parque Nacional Alejandro de Humboldt, compuesta por investigadores del MNHNC y del Museo de Historia Natural de Nueva York.
Temerosos de que pudiera pasarle algo en medio de tan intrincada zona del oriente cubano, no pocos se oponían a la presencia del profesor Silva en aquel viaje.
Pero con su habitual perseverancia, los convenció a todos y estuvo en primera fila a la hora de escalar los diferentes tramos de montaña que enfrentaron, dejando atrás y sin resuello a varios de los especialistas que tenían la encomienda de caminar a su lado lo más cerca posible para “cuidarlo”.
En un reciente homenaje que se le brindó en el marco de la XI Convención Internacional sobre Medio Ambiente y Desarrollo, varios de los participantes en el periplo, al hablar sobre el doctor Silva, coincidieron en preguntarse ante el auditorio ¿de qué está hecho? ¿Cómo es posible que pueda asumir tan agotadoras caminatas sin una queja y con el mismo ímpetu de los más jóvenes?
“Yo soy el primer sorprendido, nunca pensé que a estas alturas de la vida pudiera sentirme tan bien y hacer lo mismo que cuando tenía 40 años menos, por suerte mi cuerpo sigue respondiendo y estoy listo para sumarme a la segunda etapa de la mencionada expedición que se prevé abarque varias provincias del país”, aseveró a Granma el destacado científico.
Fecunda existencia.
Nacido en La Habana el 21 de noviembre de 1927, la primera afición del doctor Gilberto Silva Taboada fue la música, al extremo de que siendo muy jovencito matriculó en un conservatorio de la capital, donde estudió trompeta.
Una vez graduado, integró durante alrededor de diez años, la Orquesta Continental dirigida por el maestro Ernesto Duarte (también incursionó en la percusión), etapa donde simultaneó dicha labor con su trabajo en la Oficina Hidrográfica de la Marina de Guerra, cuerpo en el cual había igualmente ingresado.
Como narra Silva, en no pocas ocasiones ejerció de manera simultánea ambas labores, hasta que definitivamente abandonó la música porque pasaba demasiado tiempo alejado de la orquesta.
Dos hechos marcaron entonces su definitiva inclinación hacia las ciencias naturales. En primer lugar incorporarse en 1943 a la naciente Sociedad Espeleológica de Cuba, creada tres años antes por el doctor Antonio Núñez Jiménez. Así comenzó su largo peregrinar por cientos de cuevas del archipiélago cubano hasta la actualidad y la especial atracción hacia el mundo de los murciélagos.
Refiere el profesor Silva Taboada, que la lectura en idioma inglés del libro Un naturalista en Cuba (publicado en 1945), del eminente zoólogo norteamericano Thomas Barbour, le hizo comprender que su carrera profesional estaría centrada para siempre en el estudio de la fauna de la Mayor de las Antillas, sobre todo los mamíferos.
Si bien no logra terminar el Doctorado en Ciencias Naturales, al cerrar la dictadura batistiana la Universidad de La Habana, su profundo dominio del tema hace que en 1956 la Compañía Cubana de Guano de Murciélago, de propiedad norteamericana, lo designe director técnico de la misma.
Tras el derrocamiento de la tiranía y a propuesta del Comandante en Jefe Fidel Castro, asume la representación de las acciones del Estado cubano en la explotación de ese recurso natural por dicha empresa, que fue la primera de carácter mixto gestada bajo el poder revolucionario.
Al crearse la Comisión Nacional para la formación de la Academia de Ciencias de Cuba (ACC) en 1962, presidida por el doctor Antonio Núñez Jiménez, Silva figura dentro del grupo fundacional de la institución junto a Fernando Ortiz, Emilio Roig de Leuchsenring, Juan Marinello, José Altshuler, Salvador Massip y otros prominentes científicos e intelectuales.
También fundó e integró el Consejo de Dirección del entonces llamado Museo Cubano de Ciencias Naturales, hoy Museo Nacional de Historia Natural de Cuba (MNHNC), del cual es Curador e Investigador de Mérito, y miembro de su Consejo Científico.
Poseedor de enciclopédicos conocimientos sobre la biodiversidad cubana y caribeña y con significativos aportes a la museología de la historia natural, el doctor Gilberto Silva atesora una vasta producción bibliográfica expresada en cientos de publicaciones, donde resaltan tres obras clásicas para la zoología cubana y del hemisferio.
Ellas son las tituladas, Los murciélagos de Cuba, muy elogiada por la comunidad científica internacional; Sinopsis de la Espeleofauna cubana y Compendio de los mamíferos terrestres cubanos vivientes y extinguidos.
Merecedor de la orden Carlos Juan Finlay, máxima condecoración que confiere el Consejo de Estado en la esfera científica, miembro de Honor de la ACC y miembro correspondiente del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, Silva fue la primera persona en recibir el Premio Spalanzanni que otorga la Asociación Norteamericana para el Estudio y Conservación de los Murciélagos.
Según aseguró a Granma, todavía le quedan muchas cosas por hacer. Por ejemplo, habla con sumo entusiasmo de un nuevo proyecto de libro que tiene bastante avanzado sobre la Biogeografía de los Murciélagos del Caribe, mientras a petición de la Universidad de Harvard, acaba de terminar la traducción al español de la obra Un naturalista en Cuba.
Casado hace 23 años con Yasmín Peraza, especialista del propio MNHNC, Silva vive orgulloso de sus hijos y sueña con la terminación de todas las obras pendientes del museo. Asimismo confía en que se logre afianzar en la ciudadanía una cultura de protección de la naturaleza.
Quizá nada lo describa mejor que los calificativos expresados por algunos de los que han sido sus amigos, discípulos y colegas más cercanos: decencia, sabiduría, humildad, altruismo, consagración, tenacidad, nobleza, ejemplo de amor a la profesión y exigencia en el cumplimiento del deber como científico y cubano.