Regreso a la Güira
Hace unos meses dimos por concluida la excursión que nos llevó a lo largo de una semana por toda la llanura sureste de Guanahacabibes desde Isabel Rubio hasta el valle de San Juan. Pero tenemos una deuda con una franja de poblados y caseríos que poco a poco nos conduce al corazón de la Península.
Llegamos a la Güira. Este fitotopónimo es llamativo para la historia y la arqueología. La Crescentia cujete L. de la familia de las bignoniáceas ha sido muy utilizada a lo largo del correr de los años por sus múltiples usos.
Su madera se utiliza en la construcción de yugos y arados. Del fruto, “la güira”, se confecciona la jícara. El café más sabroso se toma en ella. Esta especie de pequeña taza artesanal ha sido curada al paso de los años con el propio néctar negro.
Juan Tomás Roig a escrito que, de la variedad, Güira Cimarrona, se aprovecha su pulpa para la preparación de un jarabe, muy eficaz, para la cura de enfermedades del pecho y catarro.
Esa pulpa, mezclada con miel de abeja constituye la llamada miel de güira que se utiliza para curar contusiones y heridas del ganado. La decocción del leño sirve para purgar a las recién paridas. El zumo de las flores se considera un excelente remedio para los dolores de oídos.
La Güira es un pequeño poblado ubicado a sólo tres kilómetros al este de Manuel Lazo. Debe existir desde mediados del siglo XIX. Por su interior pasaba el camino que unía El Cayuco con el Mar. En 1957 José Álvarez Conde reporta que en este lugar aparecieron artefactos de factura aborigen.
La disposición estructural actual de la población revela que unas 170 construcciones hicieron uso de este asiento motivado por el camino principal. Estas viviendas están situadas a lo largo del mismo y a ambos lados del sendero que conduce a La Deseada y Carraguao hacia el sur. La primera, es el límite de las tierras cultivable para la explotación del tabaco.
A partir de aquí la franja de cultivos y vegas tabacaleras se estrecha. Limitada por el norte al borde sur de la Ciénaga de Los Negros y en su parte meridional por la existencia del bosque semideciduo sobre carso desnudo.
Hasta esta parte de la llanura meridional llegaron los sedimentos que cubrieron dichos terrenos calizos. Los suelos de este territorio tienen alto contenido de pedregosidad. No son tan productivos como los de Las Martinas, que se ubican a 3,7 kilómetros.

Camino al poblado de Manuel Lazo, entramos por una calzada sobre el diente de perro que permite llegar a Pozo Azul. El 20 de abril de 1989 estuvimos por primera vez a dicho lugar. Por entonces era un sitio desconocido para el mundo intelectual, aunque no así para la población de Manuel Lazo, que lo utilizaba para refrescar en los calurosos días del verano.
A unos 3 km al sureste del poblado, a través de la vereda cubierta de bosque semideciduo sobre diente de perro, arribamos a dicho accidente cársico. Sus coordenadas son: X: (168 100) Y: (240 900), hoja cartográfica 3381-I, escala 1:50 000 del ICGC.
Esta región es parte de las llanuras marina ya descritas. Conformada por rocas calizas compactas, duras y recristalizadas, parcialmente margosas y limosas, de color amarillas hasta el gris amarillento de edad plioceno de la formación Vedado. A una altura de 10 m sobre el nivel medio del mar.
En esta planicie se desarrollan accidentes cársicos característico de este tipo de formación geológica. La roca asume formas como lapiaz, cuevas, los cenotes o casimbas. Es este último tipo de accidente cársico, el que exploraremos.
El desarrollo del carso hace que la escorrentía en la zona sea subterránea. Estando el nivel de las aguas muy próximas a la superficie, la infiltración alcanza con rapidez el manto freático.
Sobre la roca caliza, el suelo es sumamente escaso predominando la Rendzina roja típica en forma de bolsones pocos profundos y con acumulación de óxido de hierro.
Esta dolina de corrosión y desplome de forma circular presenta un diámetro de 35 m, con paredes de 3 m de profundidad que alcanzan el nivel piezométrico y la vertical absoluta hasta su fondo es de 40 metros.

En él se acumula un cono de desplomes provenientes del techo. Penetro al agua con acualong acompaño a Pedro Luis Dorta. Sus aguas son frías y dulces. No llevo isotérmico y siento los pinchazos que produce el contacto con el cambio de temperatura.
En el momento en que penetro la cabeza bajo el agua me rodea un silencio absoluto. Mientras tengo cerca de mi al compañero de buceo, siento una gran confianza. En la medida que nos alejamos, uno del otro, en la exploración, la soledad va haciéndose presa de mí.
Desciendo con suavidad, regulo la caída con mi chaleco. Un rayo de sol penetra hasta el cono de desplome, al llegar a él desparrama la luz sobre los bloques. El interior del estanque forma una campana, lo que me da por pensar en la erosión inversa, pero al fin me doy cuenta que es una combinación de los dos procesos.
Encuentro un conjunto de nichos relictos de los antiguos techos donde aparecen formaciones secundarias, en varias pequeñas cavidades a diferentes niveles de profundidad. Sigo descendiendo y mi computadora marca los -40 metros, cuando llego al fondo areno- arcilloso.
Es increíble la visibilidad es total y absoluta. El color azul es hermoso. Realizamos a las 12:30 pm mediciones climáticas:
Temperatura del aire en el exterior de la dolina 27,8 oC. Temperatura del aire en el interior de la dolina a 1m sobre el nivel del agua 25,6 oC. Temperatura del agua en la superficie 27 oC. Temperatura del suelo a 5 cm. 26,2 oC. Humedad Relativa en el exterior de la dolina del 50 porciento.
Su origen parte del agrietamiento que se produce sobre la barra emergida a la que contribuyó los procesos de acomodamiento y movimientos neotectónicos. En este punto hubo un plano de debilidad producto a las coincidencias de varias grietas de diversos ordenes en direcciones predominantes noroeste-sureste y direcciones secundarias norte sur.
Las primeras siguen la alineación predominante de la barra emergida y que coincide con la disposición de la falla donde se desarrolla la Ciénaga de los negros a sólo 4 km del lugar.
Los caudales autóctonos descendentes penetran en las rocas y van uniendo los poros y las microgrietas de la formación rocosa en la misma medida en que los procesos de disolución son más agresivos.

Existe una incidencia directa en la zona de saturación y de oscilación, producido por los efectos marginales de las glaciaciones. Ello queda demostrado por las formaciones secundarias y de costras sedimentarias producidas a diferentes niveles, en los planos de inundación actuales, que fue como quedaron desde el último proceso glacial.
La disolución y los procesos graviclásticos ayudados por el proceso de corrosión de bordes, contribuyeron al desplome del techo de la gran bóveda de casi 1400 m3 de excavación, que pudiera ser mayor, ya que no conocemos el volumen de sedimentos acumulados, pues no existe ninguna prueba de transportación de estos.
De este análisis se desprende que hoy sólo se observa la zona superior del proceso y bien podría alcanzar los 50 o más metros de profundidad.
Este tipo de fenómeno ha sido denominado de múltiples acepciones. Según el habla popular en Cuba, se conocen como casimbas. Cenotes en México. Robles Ramos y Mateo, 1981 las denomina, Lagos de las Dolinas Cársicas de hundimiento y Nekliukova en 1983 las bautiza como Pozos Naturales Cársicos.
Esta dolina inundada es el proceso de excavación más profundo encontrado hasta el momento en esta Península. Por debajo en 30 metros al nivel medio del mar y posiblemente debe ser mucho más profunda.
Su génesis puede haber influenciado la formación de un Blue Hole, emergido hoy, e incluso pudiera haber existido acarreo de sedimentos en épocas pretéritas por su parte inferior, en la actualidad sedimentado.
Todos estos son elementos subjetivos en espera de estudios más detallados. Por el momento, es una belleza formada por la madre natura émula de las famosas casimbas de la Ciénaga de Zapata. Un reservorio de agua dulce con un volumen aproximado de 1295 m3 de tan preciado líquido.
Cuba Pasaje a la Naturaleza.
Guanahacabibes XXX
