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UNA CIUDAD EN LAS PAREDES DE UN MUSEO

Yamile Luguera

Yamile Luguera

Especialista del Centro de Investigaciones Marinas (CIM) | Miembro Ordinario de la Sociedad Espeleológica de Cuba

La historia habanera, contada a través de sus pinturas murales, está por doquier, solo hay que saber buscar, escudriñar sus muros y juntar los retazos a través de la restauración.

Casi al final de la populosa calle Obispo, marcada con los números 117 – 119, se localiza una de las casas más antiguas de La Habana, hoy devenida en Museo de la  Pintura Mural. Cuenta con una sorprendente historia y notable antigüedad, todo un amasijo ordenado de cambios arquitectónicos a su inicial estilo mudéjar.

Archivos históricos demuestran que data del siglo XVI y perteneció a Antón Recio, un vecino importante de La Habana del propio siglo, quien se sabe fue uno de los sobrevivientes de la toma de la ciudad por Jaques de Sores. Antaño quedaba justo al frente de la Parroquial Mayor de la ciudad, aspecto que resaltaba su valía.

Algunos estudiosos, principalmente los doctores Francisco Pratt Puig y Alicia García Santana, repararon en ella. Fue una de las casas que Pratt estudia en su libro, un clásico de historia sobre la arquitectura colonial cubana. Es decir, estos estudiosos opinaron que es uno de los sitios urbanizados más antiguos de la ciudad.

La casa que ha llegado a nuestros días, es el resultado de las transformaciones que le fueron añadiendo con el paso de los siglos. Uno de los testigos arqueológicos más antiguos que salta a la vista, se trata de un muro muy antiguo de ladrillos de adobe y cierre de aspas de molino, una tipología constructiva del siglo XVI.

Esa es una de las evidencias estudiadas por el arqueólogo Leandro Romero, fundador del Gabinete de Arqueología junto al Dr. Eusebio Leal, quien estudió la casa a finales de los 70, descubriendo estas antiguas evidencias.

Hoy vemos una casa de estilo castellano, portón principal enfrentado a un patio central, pero al buscar referencias en el prebarroco, se observa que originalmente fue una casa con una entrada acodada al patio, como esas viejas casas andaluzas de influencia mudéjar. Todos los palacios y casas del centro histórico fueron evolucionando, llegó a nuestros días un inmueble del siglo XVIII, con elementos en su interior del XVI.

Un óculo resalta en el centro del balcón frontal, algo atípico en la arquitectura colonial cubana, que al decir de Alicia García Santana, es de esas casas antiguas, sin balcón, con ese óculo para la ventilación, una casa fuerte, con presencia de pinturas murales, desde finales del siglo XVIII hasta el propio siglo XX, década del 80.

De ahí viene la idea de escoger la casa como Museo de la Pintura Mural. Parte inicialmente de la licenciada Margarita Suárez, directiva de la Oficina del Historiador. El inmueble fue restaurado en el 2006 por alumnos de la Escuela Taller Gaspar Melchor de Jovellanos y no tenía un uso específico, pero sí una gran importancia histórica.

Las pinturas murales que cubren sus muros, van desde muy antiguas hasta las actuales, que fueron escenario de la película “Cecilia” de Humberto Solás, rodada en el año 1982 del pasado siglo XX. En aquel entonces era una casa de vivienda, se pintó un mural escenográfico que sería el cuarto de Leonardo (protagónico de la novela).

Luego del rodaje, los dueños de la casa cubren este mural con pintura, y años después, durante el proceso de restauración, se le da la tarea a los estudiantes de la especialidad de pintura mural de descubrirlo nuevamente. Gracias a la memoria del Dr. Eusebio Leal, quien recordaba aquellas escenas, hoy se exhibe como parte de la historia de la casa.

Recientemente cámaras, actores y realizadores seleccionaron nuevamente este valioso inmueble como sede de algunas de las escenas de la película “Inocencia” de Alejandro Gil, y lo utilizan como la casa de Fermín Valdés Domínguez. Detalle interesante donde la historia vuelve a relacionarse en este sitio a través de la cinematografía cubana, con películas de gran impacto histórico, la costumbrista “Cecilia” y la histórica “Inocencia” sobre los estudiantes de medicina injustamente fusilados el 27 noviembre de 1871.

Los elementos expuestos de pintura mural responden principalmente a los siglos XVIII y XIX, que van dialogando armónicamente con el visitante sobre el gusto de toda una época, pero también te hablan de las transformaciones propias que sufrió el inmueble.

Antes y durante el siglo XIX, toda la planta baja se utilizó para el alquiler de diferentes negocios.  A mediados de ese siglo hubo ahí un Café,  luego una casa de préstamos de dinero. De esa época data una bóveda o caja fuerte que aún se conserva debajo de su escalera.

También se observan los azulejos valencianos colocados en planta baja en el siglo XX. Se han respetado todos y cada uno de estos elementos, como la buena restauración lo dicta en sus disposiciones y cartas emitidas por la UNESCO, pues son parte de las lecturas que se pueden hacer de las transformaciones que atestigua el paso de los años.

Esta casa es un buen ejemplo para observar los cambios, barandas de hierro forjado sustituyendo a balaustres de madera que debió haber tenido en el siglo XIX. Ir a la casa y verla es dialogar con la evolución arquitectónica de este inmueble y de la ciudad.

Entre las actividades colaterales a las salas de exhibición, están los entrenamientos de los alumnos de la carrera de Conservación, Restauración de Bienes Muebles en la especialidad de pintura mural, que dirige la especialista y profesora Elisa Serrano, quien continuó con ese hito de tener la casa como lugar donde los estudiantes se acerquen a la pintura mural y restauren sobre piezas originales y no maquetas.

En el 2013 se le realizó una nueva restauración capital, y se cerraron al público algunos de sus espacios. Felizmente, ya el 16 de noviembre del 2018, volvió a abrir, pero aún no concluye la museografía en su totalidad. Hay proyectos a realizarse que responden a un diseño museológico y museográfico más acorde a los tiempos en que vivimos, con tecnologías interactivas con el público y enriqueciendo el discurso de lo que se muestra y para que llegue mejor a todos.

Como parte de las actividades que se realizan actualmente, se exhiben de forma permanente dos audiovisuales muy importantes. Uno es el monográfico de la historia de la casa y el otro es sobre la presencia de la pintura mural en Cuba.

Este museo no se restringe solo a este espacio delimitado por muros, portones y balcones; pues la pintura mural se localiza en muchos otros sitios del Centro Histórico y es objetivo importante dentro de la obra restauradora que se preserven y conozcan los lugares relacionados.

Además, se exhiben hoy, fragmentos de pinturas extraídas de sus sitios originales a partir de técnicas como el stacco (separación de la capa pictórica junto con el enlucido subyacente) y el strappo (solo se separa del muro la película pictórica), cuando el reúso de otros inmuebles no permite su conservación o exhibición.

Así se conservan staccos y strappos de los primeros que se hicieron en Cuba, a cargo del profesor Ángel Bello, quien inició esta práctica en la restauración de pinturas murales y no solo en La Habana, sino también en otras ciudades históricas de Cuba.

La presencia más antigua de pinturas murales encontradas en la capital, data de 1725 y se localiza en el entresuelo y arcos de la planta alta de la casa de Tacón 12. Las técnicas empleadas son al fresco y al seco. Ahí se localiza también “La capilla Sixtina de la pintura mural en Cuba”, nombrada así por el Dr. Leal, dada su importancia, extensión y belleza, además de su antigüedad. Están datadas entre 1763 y 1767.

Estos fantásticos murales, representan vistas de la ciudad, espacios costumbristas de paseos en las afueras, personajes, todos con vestimentas del siglo XVIII, damas tocando música, personas observando la llegada de un navío entrando por el canal de entrada de la bahía, señoras paseando con sus damas de compañía, vendedoras ambulantes, aves, mucha vegetación, hasta un perrito catalogado como Bichón habanero por el Dr. Leal, un verdadero testimonio histórico y visual de una época.

El Museo de la Pintura Mural en La Habana está diseñado para dar visitas libres, aunque se pueden solicitar recorridos guiados para grupos. La riqueza principal está en recorrer a partir de este todas las casas visitables del Centro Histórico con pinturas murales.

El objetivo principal que persigue es ser centro de orientación de ese patrimonio que existe en los diferentes inmuebles. Es por ello que realiza otras actividades vinculadas a la temática, como la bien conocida por el público veraniego, Rutas y Andares, donde se diseñó un recorrido dedicado a la pintura mural en La Habana muy solicitado por las familias que se deciden por esta opción. También se realizan ciclos de conferencias y proyección de audiovisuales de temas relacionados con la temática, para un mayor conocimiento del patrimonio pictórico cubano.

Su director, Antonio Quevedo, brindó los datos necesarios para la confección de este artículo, a partir de entrevista realizada a él y otros artículos ya publicados y revisados. Este es un sitio muy interesante y de obligada visita para conocer a través de imágenes plasmadas en los muros de la ciudad, pasajes de la historia cubana.

Yo fui una de las estudiantes que tuvo el privilegio de participar en un pedacito de la restauración de uno de los murales pictográficos más actuales y reconozco que fue una experiencia muy interesante y uno de los talleres que más disfruté durante el estudio de la carrera de restauración.

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