Por: Raudel del Llano
Miembro Ordinario de la Sociedad Espeleológica de Cuba
Fotos: Carlos A. Mancina
Sí, realmente existieron vampiros en el área que ocupa nuestra capital.
Por supuesto que no nos referiremos al simpático largometraje “Vampiros en La Habana”, todo un clásico de los “muñequitos” cubanos del querido caricaturista Juan Padrón. Los invitamos a adentrarnos en el maravilloso mundo de la ciencia, bien alejado de las leyendas de vampiros medievales que atormentaban a las personas en las noches en busca de sangre, y que han sido un éxito de taquilla en el cine.
La Habana es la capital de la República de Cuba, la ciudad más poblada y centro económico-cultural del país. Ocupa un área total de 726,75 km2 y está situada en la costa noroccidental de la Isla de Cuba, donde colindan varios municipios costeros.
En uno de ellos se ubica la localidad de Santa Fé, donde se localiza cueva Lamas. En ella se encontraron restos del denominado murciélago vampiro en el año 1958. En un inicio los especialistas pensaron que fuera la misma especie de los que existen en la zona continental, Desmodus rotundus marinus.
Cueva Lamas
Ubicada en las riveras de la cuenca del río Santa Ana, cuenta con un desarrollo lineal de 35 metros.
En la década del 50, además de encontrarse los restos del murciélago vampiro, también aparecieron restos humanos de aborígenes y su dieta, descritos por el desaparecido arqueólogo Roberto Pérez de Acevedo.
Otros hallazgos consistieron en restos fósiles de perezosos que habitaron en el pasado, de los géneros Megalocnus y Parocnus, además del Nesophontes, especie de musaraña insectívora. Todas extintas en Cuba y que se cree algunas pudieron haber convivido con nuestros antepasados.
El archipiélago cubano en total cuenta hoy con 26 especies vivas de murciélagos y 8 extintas, que solo se conocen por sus restos fósiles. Dentro de estas últimas se descubrió, que existió en Cuba un murciélago hematófago (que se alimentó de sangre).
Beneficios vs perjuicios
Sin lugar a dudas, los murciélagos se encuentran entre los animales que más beneficios ecológicos brindan al ser humano y a la naturaleza.
Los insectívoros, por ejemplo, eliminan gran cantidad de insectos dañinos al hombre y a la agricultura. Una sola colonia dependiendo de su número, puede ingerir en una sola noche cantidades no despreciables de estas plagas tan molestas.
Los frugívoros, que se alimentan de frutas, son importantes dispersores de semillas. De esta forma contribuyen exitosamente a la regeneración natural de los bosques. Los mismos que son talados por el hombre o por la acción destructiva de fenómenos naturales.
Los polinívoros o nectarívoros se alimentan de néctar. Al visitar las flores que abren en la noche, trasladan el polen de una eflorescencia a otra, contribuyendo a la polinización. Sin este intercambio, muchas plantas no lograrían reproducirse, y sería truncado el proceso que da lugar a la formación del fruto y la semilla, imprescindible para la proliferación de las plantas.
Los llamados murciélagos pescadores, con una sola especie presente en Cuba, contribuyen a la creación de nichos ecológicos. Las condiciones de sus excretas permiten la vida a un abundante micromundo de invertebrados.
Algunas pocas especies vivientes de murciélagos crean malestar en la población, al convivir en los mismos inmuebles de los humanos. Pero solo porque ellos estaban aquí primero y fuimos nosotros quienes invadimos los lugares donde ellos habitaban.
Techos con olores desagradables, maderas putrefactas y paredes manchadas dan créditos de las molestias ocasionadas. Pero aun así, por los servicios ecológicos que nos brindan, son animales que debemos proteger. Para evitar conflictos entre ellos y nosotros, existen métodos de desalojos inofensivos, practicados por especialistas entrenados en la tarea.
Pero son los murciélagos vampiros los más perjudiciales al hombre. Al alimentarse de la sangre de sus animales de corral, sus únicas víctimas, pueden inocularles enfermedades como la rabia y provocar sangramientos en ellos. Son el azote de muchos granjeros que tienen la desdicha de convivir con ellos.
Cinematografía y prejuicios

Sin dudas, muchos prejuicios y efectos negativos se han posicionado en la mente de las personas a partir de la recreación de seres de leyendas medievales. No cabe dudas de que los murciélagos, sean vampiros o no, han cargado con la peor parte. ¿Quién no conoce las historias de ficción de Dráculas y otros vampiros, o personas muertas que salen por las noches a succionar la sangre de los vivos?
Son los murciélagos seres vilipendiados y repudiados por un gran número de la población mundial. Aunque solamente 3 especies sean las causantes de esta repulsión, sin dudas, este aterrador hábito de consumir sangre ha generado no pocas polémicas.
La gran mayoría de los murciélagos solo salen de noche, casi sin ser vistos, viven mayormente en lugares oscuros y húmedos, se cuelgan de cabeza, muchos los consideran ciegos, aunque no lo son. Y para colmo de males, el desconocimiento sobre sus hábitos y beneficios es casi nulo.
Los murciélagos vampiros

De las más de 1400 especies que habitan en el mundo, solo 3 son hematófagas. Estas son, el vampiro común, el vampiro de patas peludas y el vampiro de alas blancas. Estos murciélagos se alimentan principalmente de la sangre de otros mamíferos, especialmente del ganado vacuno. El vampiro verdadero, o mordedor de Azara (Desmodus rotundus) tiene unos 25 gramos de peso.
Estos verdaderos vampiros habitan en el continente americano, en México, Centroamérica y en algunas zonas de Suramérica, desde 0 y hasta los 1000 metros sobre el nivel medio del mar.
Estas especies de mamíferos voladores localizan a su presa mediante unos termorreceptores ubicados en sus fosas nasales. Presentan pulgares y piernas muy desarrolladas, lo que les permite andar por el suelo y saltar desde unos 40 centímetros hasta algunos metros, además de trepar encima de sus víctimas, lo que hacen sigilosamente para no ser detectados.
Una vez encima de ellos, con sus afilados dientes, practican unas pequeñas incisiones mientras los anestesian con una sustancia presente en su saliva. Una vez que la sangre brota, comienzan a lamer las góticas con sus labios y lengua, que presenta unos conductos que facilitan la absorción del líquido vital. Así la sangre comienza a brotar sin parar, pues también presentan en su saliva una sustancia anticoagulante que permite que la sangre del animal siga fluyendo sin parar y les posibilita seguir lamiendo hasta estar saciados.
El vampiro de Punta Judas

En Punta Judas, en la cueva del Centenario de Lenin, al norte de Sancti Spíritus, se encontró un cráneo completo de este murciélago, lo que posibilitó que se describiera por primera vez como una nueva subespecie (Desmodus rotundus puntajudensis).
Finalmente, al encontrarse nuevos restos en dos cuevas de La Habana y una en Matanzas, los científicos determinaron que se trataba de una nueva especie, diferente a la conocida en la zona continental. A esta se le nombró Desmodus puntajudensis.
Se piensa que estuvo bastante bien representada en el centro y el occidente cubanos y que se alimentó de los grandes perezosos y roedores que existieron en nuestro archipiélago. Es muy posible que la extinción de los primeros y la disminución de los segundos, haya provocado la desaparición de este verdadero vampiro.
Estos murciélagos habitaron seguramente en cuevas al igual que sus parientes continentales. Además, formaron parte de la dieta de aves nocturnas rapaces. Se han encontrado restos de estos en depósitos alimentarios de estas aves.
Así que podemos decir categóricamente que sí, existieron vampiros en el lugar que ocupa hoy La Habana, así como en otras partes de nuestro archipiélago. Pero se extinguieron hace miles de años. Los murciélagos con los que hoy convivimos son especies muy beneficiosas y ninguna se alimenta de sangre. ¡Cuidémoslas!
